Manuela Carmena: “El debate político se ha ido convirtiendo en una actividad tabernaria”
“Sentí una enorme sorpresa al comprobar que el dialogo político fuera tan agresivo, grosero e infantil”
“La política no puede ser una carrera profesional”
¿Se vive mejor fuera de la primera línea política?
Se vive diferente. Para mí no fue nada especial estar en la primera línea política. Ser alcaldesa de Madrid tuvo cosas muy bonitas, muy interesantes y otras que me gustaron menos. Igual que cuando era magistrada. Lo veo como un trabajo más que he tenido a lo largo de mi vida.
Acostumbrada a trabajar con los mecanismos robustos del Poder Judicial, con esos principios inquebrantables y ritmos muy singulares, de repente, en 2015, entra en política. ¿Qué se encuentra allí? ¿Era lo que esperaba?
No noté esa gran diferencia que puede parecer desde fuera. Siempre he sido una persona interesada por lo público y he hecho lo posible por participar activamente en la política. Cuando fui magistrada, formé con otros compañeros ‘Jueces para la Democracia’, una asociación en la que teníamos política judicial. Lo único más singular de la política fue sentir una enorme sorpresa al comprobar que el dialogo político fuera tan agresivo, descalificador, grosero e infantil. Lo que más me sorprendió fue la falta de seriedad en el diálogo político.
Se dice que el debate parlamentario se ha convertido en un género televisivo, de entretenimiento. ¿Considera que la política está rebasando el límite de teatralidad?
Sí. La política debe buscar las mejores alternativas para el desarrollo de la sociedad y es muy importante que se debata sobre qué es lo mejor para todos. Es una discusión interesantísima y apasionante, pero el debate político se ha convertido ahora en una actividad tabernaria, de insultos cruzados, de tópicos sin ningún tipo de argumentación. El debate tendría que ser reposado y maduro.
En esos enfrentamientos políticos, ¿cuánto hay de discrepancia real y cuánto de impostura estratégica?
Creo que casi todo es impostura estratégica. El daño que hace la agresividad en el discurso es tremendo. Produce unas bolsas de enfrentamiento cada vez mayor, que termina convirtiéndose en odio en la sociedad. Es peligrosísimo.
¿Qué se podría hacer, a su juicio, para mejorar el ejercicio de la política?
Lo que es esencial es que se replantee una actitud ética en la política. Para eso es muy importante que no haya políticos de profesión. No puede ser una carrera profesional porque terminas saliendo del ámbito normal de la sociedad y dejas de ser uno más. Hay que huir de la política profesional y cuestionar a los partidos que la promueven. Las formaciones políticas son un tipo de asociaciones sin normas ni presupuestos éticos, y eso produce lo que estamos viendo. Conclusión: no debe haber políticos profesionales y los partidos no tienen que ser agrupaciones que promuevan eso. Deben tener unos planteamientos muy diferentes a los actuales.
¿Con qué lecciones se queda Manuela Carmena de su paso por la política?
Con la importancia de recuperar la política como una actividad honesta, de altura, complementaria a la vida personal-profesional. Es un instrumento imprescindible para gestionar la sociedad. Hace falta dirigirla hacia el beneficio social y contrarrestar la desigualdad, uno de los virus más grandes del siglo XXI.
Sé que sigue teniendo una agenda muy ocupada, pero, ¿a qué dedica el tiempo libre?
Me dedico cuatro mañanas a la semana a cuidar a mi nieta pequeña. Por otro lado, estoy creando una asociación vinculada a la lucha de falta de ética en la política. Formo parte de una ONG, muy activa, que tiene una tienda de ropa y juguetes para bebés, llamada ‘Zapatelas’, que se hacen con personas con dificultades para encontrar trabajo. Estoy escribiendo varios libros… En fin, me encanta hacer cosas que sirvan para cambiar la vida de los demás. Ayudar a la transformación social me parece uno de los deportes más interesantes del mundo.